El pasado 29 de mayo lo dedicamos aquí en la parroquia de Chayangdong a los señores. Se anuncio este día con anterioridad y se preparó todo con mucho esmero. Fue un día especial. Asistieron unos doscientos señores de todas las edades. Primero tuvimos la misa, les reservamos las primeras bancas del templo y a cada uno se le dio su gafete con su nombre y número de zona y barrio al que pertenece. La homilía fue dedicada a ellos, algunos participaron como lectores, ministros extraordinarios de la comunión, monitor, ofrendas, acolitos, en el coro, etc. Al entonar el canto final, salieron en procesión de dos en dos para dirigirse al salón parroquial donde se sentaron por zonas de acuerdo a su gafete.
Después de la oración inicial, el presidente del consejo pastoral les dirigió unas palabras de bienvenida y los motivo para que participaran más activamente en la parroquia. En seguida, los encargados de zonas fueron presentando a sus grupos. Les dimos un caluroso aplauso. Luego me tocó dirigirles unas palabras. Primero les hablé sobre la amistad, de como todos necesitamos tener amigos pero que desgraciadamente por la vida tan ajetreada que llevamos no hay muchas oportunidades de disfrutar y crecer en la amistad. Luego les hablé de los diferentes niveles de amistad y los invité a vivirla en el grado más alto al estilo de Jesús quien llamó y consideró amigos a sus apóstoles y los amó hasta el extremo de dar la vida por ellos. Finalmente los invité para que por zonas dialogaran durante 30 minutos sobre dos preguntas: ¿Qué puedo hacer para tener mejores amigos? ¿Qué podemos hacer para que en nuestra zonas participen más los señores en la vida de la comunidad?
Después las señoras sirvieron la comida. Una rica sopa de fideos coreanos, kimchi, carne de puerco una torta de verduras con huevo (pindetok) y el tradicional vino coreano llamado “makoli.” En seguida, los encargados de zonas pasaron al frente para presentar las conclusiones sobre las dos preguntas. Terminamos con una evaluación final, avisos, oración y canto final. Todos salieron contentos, motivados y dispuestos a vivir la amistad a niveles más profundos, invitando a sus vecinos y amigos no cristianos a la Iglesia, así como a traer a aquellos que siendo católicos ya no asisten a misa, ni participan en la vida parroquial.
