La
pastoral en las parroquias incluye brindar los sacramentos a la gente
que conforman o se unen a la comunidad cristiana, por tanto muchas
personas recibieron el sacramento del Bautismo de parte de alguno de
los Misioneros de Guadalupe, quienes estuvieron haciendo su labor
pastoral misionera, en el pasado, durante cierto tiempo en alguna
parroquia de las que se atendían en aquél entonces y que hoy en día
ya son atendidas por el clero coreano, sin embargo hay gente que
recuerda ese momento con gusto diciendo “Yo
recibí el Bautismo de un Misionero de Guadalupe Mexicano”
como fue el caso de Samuel, un fiel moribundo que encontré en el
hospital de
San Carlos Borromeo cuando realizaba Pastoral Sanitaria, en dicho
hospital.
Hasta
el mes de Noviembre del 2014 toda la pastoral que había realziado,
como sacerdote, había sido trabajando en parroquias: atendiendo
niños, adolescentes y jóvenes, sin embargo en Diciembre del mismo
año me encomendaron trabajar en pastoral sanitaria, viviendo y
compartiendo mi fe en el Hospital de San Carlos Borromeo que
pertenece a las hermanas religiosas de Caritas, el cual se encuentra
en la ciudad de Suncheon Jeollanam-do. Mi trabajo ahí era: acompañar
a los enfermos, familiares de ellos, trabajadores, médicos,
enfermeras, etc.; cabe mencionar que muchos de ellos no eran
católicos, había protestantes, budistas y otros que simplemente no
practicaban religión alguna, pues bien lo importante era hacer vida
de Fe en medio de ellos, mostrándoles a un Cristo misericordioso,
esperanzador, amoroso que busca el encuentro y felicidad con el ser
humano a pesar del dolor.
Constantemente
hacia un recorrido por el hospital, el cual consistía en saludar a
los enfermos y sus familiares; y cuando no estaban en condición de
hablar era simplemente rezar por su salud y pronta recuperación.
Otras veces cuando encontraba algún católico les administraba el
sacramento de la Santa Unción, Confesión y les daba la comunión,
si ellos lo solicitaban. Pues bien, resulta que cierto día me
encontré con Samuel, enfermo desahuciado y por tanto vivía en el
piso de los moribundos.
En
principio Samuel no mostró interés en saludarme, pues sentía mucha
pena ya que aunque era católico se había alejado de la Iglesia por
más de 20 años, sin embargo al verme y darse cuenta de que era un
sacerdote extranjero y además misionero, cambio de parecer, es ahí
que iniciamos nuestro diálogo y me dice: “Yo
hace como 30 años, en la parroquia de mi pueblo, recibí el Bautismo
de un padre extranjero, él era un Misionero de Guadalupe y era
Mexicano”
y ¡oh sorpresa! pues quiero que sepa que yo también soy Misionero
de Guadalupe y soy Mexicano, le dije; él se lleno de alegría y
simplemente la expresó con lágrimas en sus ojos. No cabe duda que
es así como la presencia de Dios actúa en nosotros y de ahí en
adelante nuestra plática fue muy amena, durante varios días, donde
él aprovechó para ponerse en gracia de Dios, recibir la extrema
unción, la sagrada comunión y después de unos días, muy alegres,
el partió a la casa del Padre.
En
la familia de Samuel no todos son católicos, solo dos de sus hijos
quienes practican su fe vivamente en su parroquia. Su esposa, que no
es católica, agradeció mucho el habernos encontrado, pues después
de haber recibido los sacramentos tuvo una notable mejoría y aunque
solo fue por unos pocos días, fue tiempo suficiente para que sus
amigos y familiares vinieran a saludarle y pasar agradables momentos
con él. Sus hijos y esposa sabiendo de que Samuel estaba por partir
a La Casa del Padre, expresaban: “nuestro
Padre (Samuel) recibió la gracia del Bautismo de manos de un
Misionero de Guadalupe, por tanto es mucho pedir que la misa del
funeral la celebrara Usted, puesto que también es Misionero de
Guadalupe”
me dijeron, a lo cual con gusto acepté.
Fue
una experiencia muy enriquecedora tanto para mí como para la familia
de Samuel, quien goza ya de la presencia de Dios. No cabe duda de que
Dios ha actuado, actúa y sigue actuando a través de nosotros.