과달루페 외방선교회 한국 지부

miércoles, 5 de octubre de 2011

Escogido por Dios… para florecer y dar fruto

  P. Alberto con acolitos de la parroquia

 P. Alberto con el grupo de jovenes de la parroquia de Gumdang


El P. Alberto Puente Colunga, de Cedral, SLP, nos comparte su experiencia como misionero a casi un año de recibir el orden sacerdotal
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Deseo compartir con todos ustedes a través del presente artículo, algo de mi experiencia sacerdotal misionera; a casi un año de haber recibido el Sacramento del Orden Sacerdotal en en la parroquia de “Nuestra Señora de la Asunción” de Cedral, S.L.P., México.

A lo largo de mi proceso de formación en el seminario, tanto en México como en Corea del Sur, pude constatar de que he sido una persona agraciada, ya que he sido electo para caminar como pueblo escogido y amado por Dios, que se muestra como amigo y padre brindándonos amor en cada experiencia de nuestra vida. Por consiguiente, viene a mi mente una frase que me ha acompañado desde el tiempo de formación, como seminarista, hasta hoy en día ya como sacerdote: “Es por Dios y solo por Él que estamos aquí. No somos obra de la casualidad sino que estamos ocupando nuestro propio lugar y es ahí donde debemos de florecer y dar fruto.”

Ha sido motivo de gran alegría haber terminado mis estudios en Corea del Sur, regresar a México, estar con mi familia, padres, hermanos, amigos, etc., y en compañía de ellos, después de unos cuantos meses recibir el Sacerdocio y ser nuevamente enviado a la Misión de Corea pero ahora ya como Sacerdote Misionero de Guadalupe.

Estando consciente del reto que implica la labor misionera, sé que no ha sido una casualidad pues Dios es quien ha puesto sus ojos en mi y a pesar de mis defectos, debilidades y todo lo que implica mi persona, me ha llamado y he querido responderle como discípulo y misionero, lanzando las redes mar adentro para que nuestro pueblo, que es la Iglesia Universal, vea en Jesucristo una vida felíz y abundante, construida con solidaridad y paz. Esta tarea de ser misionero, va acompañada siempre de la presencia de Dios y sin duda el Espíritu Santo, con su fuerza y poder, es quien me ha acompañado en esta desafiante pero hermosa misión.

A mi arribo a Corea, el 2 de enero del presente año, fui asignado como vicario a una de nuestras parroquias donde el día de hoy me encuentro trabajando, dicha parroquia es: Gumdang, ubicada en la ciudad de Suncheon Corea al sur de la peninsula. Sé que este es el principio de mi labor como Sacerdote Misionero, la cual la realizo principalmente con los niños, adolescentes, algunos jóvenes que participan en las actividades parroquiales y el grupo de catequistas que los atienden; y claro brindo atención a los fieles y demás actividades que surgen en la parroquia.

Recuerdo con alegría mis años de formación en el Seminario de Gwangju Corea, con los seminaristas coreanos, pues ésto me ayudó a conocer y vivir más de cerca la cultura coreana. Hoy que ya que me encuentro trabajando en la parroquia, veo que el ministerio del presbítero requiere de inculturación, pues está llamado a conocer la cultura de la misión y así poder sembrar entre los fieles la semilla del Evangelio, es decir, el Sacerdote es imagen del Buen Pastor siendo llamado a ser hombre cercano a su pueblo y servidor de todos, como nos lo dice Hebreos 5,1: “Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres y está consituido en favor de los hombres, en todo lo que se refiere al servicio de Dios.”

Pues bien, esto es algo de lo que hoy en día estoy viviendo en nuestra Misión de Corea, sé que voy iniciando mi caminar dentro del Ministerio Sacerdotal Misionero, sé que el camino es largo y que me falta mucho por caminar y hacer; por tanto, me encomiendo a sus oraciones para que Dios siga sembrando la Buena Nueva en su Iglesia y en aquellos que no le conocen, a través de sus intrumentos, los misioneros, quienes han sido llamados para servir a la Iglesia Universal a través de la Mision.

Alberto Puente Colunga

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