En un marco de fiesta, la comunidad iberoamericana en Corea, celebra cada año una fiesta para honrar a la Virgen María en sus diferentes advocaciones. Es sabido que nuestros pueblos latinoamericanos celebran en especial la fiesta de la Purísima, fiesta principal de diciembre de la Virgen María por el calendario eclesial, sin embargo cada país le dá un tinte diferente y en especial para México la fiesta de nuestra señora de Guadalupe es un acontecimiento especial.
Por lo mismo, para dar cabida a la Virgen Maria en sus diferentes adveraciones, se celebra una fiesta en común por la Virgen María que es después del 8 de diciembre y antes del 12, según cae cada año. En esta ocasión el domingo 11 de diciembre nos reunimos para celebrar, para agradecer y pedir por un año más de bendiciones ya que vivir fuera de nuestros países no es una tarea fácil, especialmente para los que están aquí por un tiempo y tienen que partir a otros países y que no pueden entrar en la cultura coreana tan fácilmente, debido a las barreras culturales y del idioma.
La celebración estaba preparada para que el delegado apostólico la presidiera, pero por razones de fuerza mayor no pudo asistir, así que los misioneros de Guadalupe, que cada año participamos activamente tomamos también, la presidencia de la misa, la cual estuvo galardonada por las banderas de los diferentes países de los miembros que nos encontrábamos ahí así como invitados de Corea y algunos otros países. Miembros de las embajadas, diplomáticos, profesores y gente que vive ya en Corea de manera definitiva así como algunos otros que están de paso, nos acompañaron a la celebración, en donde mucha gente tiene un papel muy importante en la preparación de la misma.
A la celebración eucarística, le siguió una comida, la cual fue preparada por muchas manos amigas, que desde el sazón que aprendieron de sus abuelas y madres, compartieron para deleitar los paladares de los que estábamos ahí. No era solo el gusto de estar de fiesta, sino de compartir la cultura, el sabor y folclor de cada país representado por sus ciudadanos.
Cabe decir que fue una fiesta de tradiciones, canto, música y alegría. Nos unimos los países iberoamericanos, ya que no solo Latinoamérica sino la península ibérica estuvo representada, ademas de muchos hermanos brasileños. Cada uno con su particular alegría hizo de la fiesta un momento recordable, un momento en donde nos unimos por una misma razón, reconocernos hermanos y saber que estamos en un país diferente que nos ha recibido con los brazos abiertos, aunque siempre nos encontremos con dificultades y problemas sabemos que hay una comunidad amiga que puede ayudar.
La fiesta de la Virgen María nos recuerda que Dios esta siempre con nosotros y que como hijos tenemos el gusto de celebrar a nuestra madre del cielo
Como una manera de compartir nuestras bendiciones se hicieron colectas de alimentos en las diferentes embajadas, que serán repartidos entre los pobres de algunas comunidades en la ciudad de Seúl.